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La calle como práctica para normalizar el acoso.

  • ycortes6221
  • 29 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 mar

Entre mis amigas nos quejamos mucho porque no entendemos por qué un hombre o varios nos grita cosas en la calle cuando vamos desarregladas o arregladas, aunque sabemos la respuesta. Cuando la frase: "Usted sabe cómo es aquí mamita", sale de madres, padres, abuelas y hasta profesores es un aviso bastante contundente de que una tiene que aguantarse lo que suceda porque así no sea correcto se asume que no se puede cambiar y con esa mentalidad uno empieza a salir a jugar al parque, a ir al colegio, a ir a fiestas, a la universidad y al trabajo. En cada espacio mínimo tres veces una se ha sentido incomoda porque ha sido víctima de estas actitudes que recaen mayormente contra las mujeres y la que diga que no es porque no se ha dado cuenta, la que diga que no es porque ha normalizado el acoso y por lo tanto no se da cuenta del verdadero significado de las acciones que rodean su día. Entre mis amigas nos quejamos porque nos morbosean en la calle, no importa nuestra apariencia, nosotras ya sabemos que la vestimenta y el físico no son importantes para un pensamiento depravado, pervertido y acosador, lo sabemos y aun así nuestros pensamientos a veces se confunden. Son el resultado de que aunque cada día luchamos por deconstruir esa mentalidad retrógrada aún tenemos mierda en la cabeza. Yo todos los días miro como los hombres se quedan hasta 10 segundos mirando piernas, senos y culos, con morbo (porque a veces una mira por curiosidad, porque esa persona lleva algún look llamativo o se te hace conocido) y sí, yo sé que siempre hay excepción a la regla pero yo llevo viva 20 años en Colombia y nunca he visto una situación de acoso distinta a la del hombre contra la mujer, nunca. Yo salgo en pijama térmica a comprar el desayuno y los bici taxis me gritan cosas y me morbosean, yo salgo a pasear a Cooky en chaqueta, bufanda y pantalón por el parque y pasan los ancianos a menos de un metro de mi para susurrarme cosas, cuando voy en bicicleta me gritan cosas, en los centro comerciales los hombres pasan y me susurran obscenidades y del otro lado llevan a su hijo de la mano. En Transmilenio me toca pegar la espalda a las paredes o a espaldas de otras mujeres, en el alimentador intento nunca sentarme al lado de un hombre, cuando voy al centro llamo a mis amigos hombres para que me acompañen, no puedo pasar por ciertos bares, ferreterías y restaurantes de mi barrio. Cuando tomo un picap o un taxi sola siempre antes de subirme planeo que haré en caso de que el conductor se propase conmigo. Me compre un tambo y lo saco cuando voy pasando por puentes para que los vendedores ambulantes no me griten cosas. Les juro por lo más sagrado que tengo que es mi propio ser que yo paso por alguna de estas situaciones cada 2 o 3 días, para mi es tan frecuente que ya lo hago inconscientemente y nunca me les he enfrentado porque el pánico que me generan sus solos comentarios, gestos o acciones me lo impide, no soy capaz. Y si, en una ciudad como Bogotá uno corre peligro por el solo hecho de existir, nadie está exento de un momento desagradable pero no es lo mismo ser propenso a esas situaciones porque eres un ciudadano y ya, a ser propenso a esas situaciones porque eres ciudadano, porque eres mujer, porque eres mujer negra y porque si pides ayuda el policía te dirá que no es para tanto o en el peor de los casos: Que es culpa tuya. Con esto vivo yo a diario y no soy la única, ¿Qué es lo que pido? Que me apoyen, que nos apoyen, que comprendan, es cuestión de empatía, de verdad no saben lo mortificante que puede llegar a ser vivir así. Los hombres y mujeres, machistas, misóginos, discriminatorios y que de alguna manera aprueban o justifican este tipo de acciones necesitan darse cuenta que están cometiendo un gravísimo error y si no reconocen su falta deben saber que nosotras no estamos solas, que con acciones, hechos o palabras existe alguien apoyándonos para que está mierda cambie de una vez por todas. ... Extenso, ¿verdad? Y eso que solo hable del acoso al que se enfrenta una mujer en la calle, especificando desde mi experiencia, pero dejando en claro que esta no es la verdad absoluta. Solo fue una de las múltiples situaciones incómodas que yo y muchas más tenemos que aguantar diariamente. A la persona que haya llegado hasta aquí muchísimas pero muchísimas gracias.






 
 
 

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