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Algún día.

  • ycortes6221
  • 10 jul 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 30 mar

Las personas que más me han herido y traicionado en la vida al mismo tiempo también han sido las que más momentos, palabras y acciones maravillosas han tenido conmigo; suena incoherente, pero es una situación muy común. Les he querido al máximo y al máximo me han destruido. Igualmente supongo que en algún momento yo también he tenido ese papel en la vida de otros.


Al ser yo una persona tan detallista, camino con el peso de cada mentira, cada mala decisión, cada ofensa, cada llanto, cada burla. Pero también cargo el peso de cada sonrisa, cada frase que me iluminó el corazón, cada ayuda, cada felicidad, cada unión. Y cuando al final lo primero fue real y lo segundo una simple maniobra, todo se derrumba.


Sé que siempre hay excepciones, pero me he dado cuenta de que le tengo pánico a las frases bonitas, los cumplidos, los abrazos o los besos y se me hace demasiado cínico que me juzguen por mis barreras y mis inseguridades... Como si yo las hubiera elegido, como si yo no deseara que desaparecieran también.


Como si no estuviera luchando cada instante conmigo misma por salir de ahí... Como si no lo estuviera intentando.

Al final no importa lo que yo haga, no puedo garantizar que no volverá a suceder, solo puedo garantizar que, si me esfuerzo, en una próxima las heridas sanarán más rápido, si es que sanan.


Para eso se necesita mucha fortaleza y yo fuerte nunca quise ser. Yo nunca quise tener que desconfiar, tener que prevenir, tener que evitar, tener que estar a la defensiva, sin embargo; cada golpe asfixia más que el anterior y si o si tengo que ser fuerte para lograr perdonarme.


Quiero pensar que algún día lograré quitarme cada cadena y podre amar, querer y hacer feliz a quienes yo desee sin desmoronarme en cada abrazo, incluyéndome.


Algún día dejaré de pensar que el cariño y la confianza me ponen en peligro.


Haré las cosas bien y estaré feliz, tranquila, sin ocultar, sin disimular, sin ilusiones, sin empujar yo sola la bicicleta que lleva a quienes solo quieren caminar.


Porque se vale darse otra oportunidad, se vale querer desde los pedacitos rotos y se vale soltar lágrimas sin tanta angustia.







 
 
 

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